Tras 70 años de reinado, el pasado martes 8 de septiembre los británicos tuvieron que decir adiós a su reina, la más longeva de Reino Unido. Con 96 años de edad, la reina dejó atrás un legado que servirá de estudio y ejemplaridad para las futuras generaciones, pues durante su soberanía la Reina forjó una imagen de marca que representó a Gran Bretaña con un poder y una fuerza asombrosa.
Las siete décadas durante las que Isabel II estuvo en el trono estuvieron marcadas especialmente por la templanza, discreción, aprendizaje, un intachable sentido del deber y una neutralidad constitucional. En ella se unen tradición y adaptación al cambio, todo esto llevó a la soberana a ser símbolo universal de lo que significa hoy en día una Casa Real Europea.
Los valores que mostró en su reinado, son los que la han hecho fuerte y creíble: su servicio, ejemplaridad y compromiso con el pueblo son los valores que se esperan de un personaje publico y ella los ha vivido con rectitud, por eso los ingleses la lloran y el mundo entero se ha rendido ante su persona y lo que ha representado.
En todas sus apariciones públicas ejercía una potente comunicación que abogaba por todo lo británico. Una consultora británica calculó que la monarquía generaba en la economía británica 1.800 millones de libras anuales, mientras que el coste solamente suponía 300 millones de libras. Por lo que no resulta extraño que el 62% de los británicos apoyen la monarquía, tal y como apunta una encuesta realizada por YouGov a principios de este año. Así que en términos económicos esa marca también ha supuesto un gran rédito a UK.
Ahora la imagen de la monarquía británica está en nuevas manos e iremos viendo cómo funciona.