Una de las grandes incógnitas con las que comenzaba septiembre era cómo iba a ser la educación de los cerca de 8 millones de menores en edad escolar. Presencial, a distancia, turnos mixtos, en grupos burbujas… las primeras semanas de curso fueron un continuo ir y venir de propuestas y planes diferentes que solo tenían una cosa en común: la necesidad (la dependencia) de las pantallas en la enseñanza.

Tanto en el aula como en casa, los niños de hoy día se forman usando dispositivos. Las pantallas de las pizarras digitales, de los ordenadores, tabletas o móviles son tan habituales en la educación del siglo XXI como el papel, la goma y el lápiz lo fueron en el pasado siglo. El avance conseguido es todo un logro, pero el éxito tecnológico no debe cegar una realidad paralela a su expansión: el abuso de pantallas, la excesiva rutina de exponer el ojo a la corta distancia, es uno de los factores de riesgo para la aparición y progresión de la miopía.

La miopía infantil es una anomalía visual que afecta en España a más de 1,5 millones de niños menores de 18 años. Es decir, 1 de cada 5 niños en esa franja de edad es miope y la tendencia nacional e internacional no para de crecer. De hecho, para la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para 2050 la mitad de la población será miope.

¿Cómo surge la miopía? La miopía es un defecto de la visión que impide a quienes la padecen ver con nitidez los objetos lejanos. El ojo es un órgano que crece y se adapta a la visión que más usa la persona. Si los estímulos incitan al menor a forzar la vista de distancia corta (exposición a pantallas, lectura de libros muy cerca, etc.), el ojo miope también crece y se hace cada vez más miope. De hecho, entre los 8 y 12 años se sitúa la época de mayor velocidad de crecimiento de la miopía.

Las causas de esta anomalía se pueden dividir en dos grandes grupos: congénitas y de estilo de vida. Sobre las primeras, cuando los dos progenitores son miopes, 1 de cada 2 hijos podría ser miope, relación que desciende hasta 1 de cada 3 cuando solo el padre o la madre lo es y 1 de cada 4 cuando ninguno de los padres lo es. Relacionados con el entorno, tareas prolongadas de cerca como leer, jugar a videojuegos o dispositivos, o permanecer muchos minutos seguidos con la vista enfocada en las pantallas acrecienta el riesgo de aparición o progresión de la miopía. A ello se suma la exposición baja a la luz natural o hacer tareas con baja iluminación. Este estilo de vida ha sido el común para la mayoría de los niños españoles desde hace año y medio: confinamientos, telecole y ocio doméstico.

Sin embargo, no todas las noticias relacionadas con la miopía infantil son malas o se quedan en el diagnóstico. Hasta no hace mucho, el tratamiento para la miopía solía ser la prescripción de gafas o lentillas para corregir la visión a medida que las dioptrías crecían. Desde hace pocos años, la investigación científica y la evolución tecnológica han permitido crear lentes de contacto que permiten limitar la progresión de la miopía en niños.

Actualmente, las lentillas MiSight®1Day, de CooperVision, son las únicas avaladas por la Unión Europea (UE) y la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) para frenar el crecimiento de la miopía en menores hasta en un 59%, de media. En España, casi 5.000 familias confían ya en estas lentes de contacto.

¿Cómo saber si mi hijo es miope? Los expertos identifican diversas señales que nos deben alertar sobre el comportamiento de los menores, ante las cuales se recomienda acudir a revisar la vista. Esas señales son:

  • Poca atención o concentración.
  • Quejas frecuentes por dolores de cabeza frecuente.
  • Aproximación a la televisión, libros, tablets o cualquier otro dispositivo.
  • Entrecerrar excesivamente de ojos.
  • Bajo rendimiento escolar.
  • Ojos cansados o enrojecidos.
  • Escozor de ojos y/o parpadeo excesivo.
  • Cierre o guiño ocasional de un ojo para ver mejor con el otro.
  • Se tropieza con facilidad o no calcula bien las distancias

Se queja por no ver bien la pizarra o los carteles de la calle.