En un mundo profesional cada vez más exigente, en el que competidores y clientes analizan todas las acciones pasadas, presentes y futuras con lupa, el sector de la comunicación no se queda atrás. Al revés: la excelencia ética se sitúa como un elemento indispensable en cualquier corporación, empleado o servicio relacionado con la asesoría y consultoría de comunicación.

La reputación de una firma de comunicación se construye sobre la honestidad: una honestidad que supone formar a nuestros clientes, decirles la verdad, prestar un servicio diligente y leal a los medios, influencers y otros líderes de opinión, alertar de las verdaderas crisis, dar la cara por ellos con los periodistas. Solo los comunicadores con reputación construyen marcas reputadas.

La hipertransparencia actual no es cuestión de un día o una moda, es una nueva actitud que cada vez la sociedad exige con más firmeza, sobre todo entre los jóvenes. Los llamados millenials (y sus seguidores: la generación Z y la generación T) sienten la transparencia como un estilo de vida normal. Y lo normal se exige, porque se convierte en hábito de vida. Actualmente, es impensable que cualquier comunicación en la que se atisbe un halo de propaganda tenga éxito en el corto plazo.

Solo con echar la vista atrás y revisar los grandes escándalos que han sacudido a empresas, personas e instituciones en el mundo se percibe cómo los principales azotes en la base de todos estos episodios han tenido de protagonista a la falta de transparencia, la mala praxis ética o la poca honestidad profesional. El caos que ocasionó Cambridge Analytica solo fue el comienzo. En este mismo mes, el caso Montón (por el que una ministra de España ha dimitido) o incluso la actitud de Serena Williams en el Open de Estados Unidos también son claros ejemplos de que aquel que trabaja por un Bien Común o aquella persona o profesional que emana unos valores ha de ser coherentes con ellos y actuar siempre alineado con ellos.

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Recientemente, la Global Alliance for Public Relations and Communication Management junto con la International Association of Business Communicators (IABC) elaboraron un documento en el que recogían los 16 principios éticos que deben primar en cualquier comunicación. El objetivo de estos no es otro que conseguir (y desarrollar) la confianza del interlocutor, global y multicanal. Estos principios generales se dividen en dos grupos, aquellos rectores e intrínsecos a la actividad y aquellos centrados en la práctica profesional.

Comunicar es el elemento social por antonomasia. Nos toca a nosotros, profesionales, cimentar estos principios para lograr una confianza plena que construya una adecuada reputación entre los públicos. Desde Abascal Comunicación llevamos más de quince años prestando servicios a diversos clientes con una clara apuesta por el trabajo honesto y profesional. Nuestro trabajo en comunicación siempre va alineado con los valores del cliente, convirtiéndonos en cooperadores para la construcción reputacional de ellos. La cercanía y proximidad directa con cada equipo de trabajo son dos de los factores que más inciden en nuestros resultados y que clientes, proveedores y competidores valoran como puntos fuertes de Abascal Comunicación.