Rioja, Rivera del Duero, Bierzo, Cigales, Jumilla, Rueda o Rías Baixas, Denominaciones de Origen Protegidas de Vinos que comparten un denominador común: el elevado número de riesgos a los que se enfrentan los profesionales del sector vitivinícola.

Si pidiéramos a un viandante que nos enunciara las amenazas más habituales en el sector del vino, no nos sorprendería que señalara los daños en las cepas, los defectos en el corcho, las plagas que puedan conllevar la pérdida de la cosecha del año, las alteraciones o contaminación del vino y la destrucción total o parcial de sus instalaciones. Sin embargo, probablemente se olvidaría de aquellos relacionados con las condiciones climatológicas, riesgos reales y que escapan completamente del control de los bodegueros, que se engloban dentro de la categoría de paramétricos.

Un mapa de riesgos tan amplio que plantea un importante dilema: si un cosechero no puede luchar contra la sequía, las fuertes lluvias o el granizo, ¿cómo se protege frente a esas amenazas que ponen en serio peligro tanto la producción de la uva como la calidad de la misma? La respuesta se encuentra en coberturas integrales como Top Wine, de Willis Towers Watson, en las que tanto las instalaciones como la cosecha están garantizadas, y que representan la gran innovación del sector asegurador del 2017.

Siendo España el primer exportador del mundo de vino, hasta hace unos meses los profesionales del sector vitivinícola estaban completamente desprotegidos ante el coste económico que deberían asumir en caso de la pérdida, total o parcial, de la producción. Y ello, cuando algunas de esas amenazas son completamente imprevisibles e incontrolables, resultando inviable adoptar medidas para evitar que tengan lugar.

Por ello, la gran innovación de esta cobertura es que la protección abarca también a la uva, el pilar sobre el que se edifica la industria vitivinícola. Ahora bien, esta solución aseguradora posteriormente deberá adaptarse hasta diseñar la póliza que mejor se ajuste a las necesidades de cada empresario. Para ello, será fundamental desarrollar un exhaustivo mapa de riesgos que contemple las particularidades propias de la instalación y el producto cosechado. Solo así, la cobertura final contratada asegurará el total de las potenciales amenazas del negocio.